Slave

La poesía de Sbongujesu es como un río cuyos signos de turbulencia anuncian el paso de la tempestad, remota pero desoladora. El sudafricano afinca duro la punta del lápiz, hasta que finalmente se quiebra y solo queda la dimensión colosal del silencio: la soledad de quien experimenta en sus propios huesos la incómoda convivencia entre un espíritu abúlico y sus frustrados intentos de libertad. «Mis sueños y la realidad se toman mutuamente como rehenes» Pero esta mirada al vacío se perpetúa a sí misma en reflexión: ¿cuál es la relación entre cuerpo y alma? Se pregunta. La inevitable esclavitud, responde. A pulso de desencanto, una voz se pierde en el horizonte sin sol, y apenas sobra el aguardiente de la ironía para calentar un poco las entrañas: «Pero como un culo en los bancos de la clínica, esperando una aguja, espero con indiferencia lo que está por venir». Con ritmo sereno y evadiendo el uso de intrincadas figuras retóricas, Sbongujesu logra escribir en el idioma universal de la depresión, el cual se traduce fácilmente para todo aquel que la ha experimentado.